miércoles, 14 de mayo de 2008

Héctor, el elefante

Un día a la gente de mi aula le dio por ir de mesa en mesa haciendo una encuesta de conocimientos básicos. La encuesta, que en realidad era una broma, contaba con una sola pregunta:
¿En qué se parece un elefante a una hormiga?
Casi todo el mundo, ante aquello, se quedaba en silencio, porque era notable que se querían burlar de ti. Después de unos instantes pensando, te dabas por vencido, y el grupo te decía que los dos se parecían, puesto que comenzaban con h. Allí otra vez te quedabas con la boca abierta y defendiendo tus clases particulares de español que en una ocasión recibiste para ver si entrabas a la Lenin, decías que no, que eso no era así que elefante no era con h, sin saber que esa era la trampa, porque todos los encuestadores a coro y entre risas te daban el nombre del elefante: “Nuestro elefante se llama Héctor”.
Así estuvimos un buen rato, y así fue como integré las filas de los académicos que hacían la jodedora pregunta.
De mesa en mesa llegamos hasta la de un amigo, llamémosle X. A continuación reproduzco aquél diálogo que desde ahora aseguro que es real y ocurrió en nuestro querido preuniversitario Raúl Cepero Bonilla:
Nosotros: X , ¿En qué se parece un elefante a una hormiga?
X: No sé, ¿en qué se parecen?
Nosotros: En que los dos se esciben con h.
X se quedó aproximadamente un minuto pensando ante aquello y sin estar bromeando reaccionó como encabronado:

X: Bah! No jodan. ¿ ormiga con h?

No hay comentarios: