lunes, 12 de mayo de 2008

Practicando la memoria (parte uno)










(Foto tomada de un artículo del blog Cuba surrealismo tropical)


Recuerdo que estuve en el mismo puesto(asiento del aula) desde que entramos en 1998 . Durante mi estancia allí estuve en los siguientes grupos:

Primer año : Grupo 6
Segundo año: Grupo 15
tercer año: Grupo 23

Primeramente me sentaba al lado de Idelys, que en aquel entonces vivía en Alamar, después junto a mi amigo Reinier, que aún vive en la Víbora, cerca del pre. Detrás se sentaban David Ruiz Quiñonez y Sergio, a este último le encantaba cantar en clases y sus anécdotas dan para todo el contenido de un blog por tres años. Frente a mí Erneibel, una muchacha muy agradable, casi siempre estaba en silencio, pero por su cercanía conversaba a ratos conmigo. Una vez me regaló por el 31 de diciembre un habano y yo me olvidé de mi asma y ese fin de año. Al lado de Erneibel una muchacha de Cojímar, también muy silenciosa cuyo nombre no recuerdo pero que a medida que vaya recordando editaré este post.
En la fila del medio, al fondo, se sentaban Nelson y Carlos. Nelson, era bueno en química y muchas veces le explicaba al grupo. A Carlos , lo recuerdo siempre con un yeso en la pierna.
Casi todos entramos con quince años, todos con cara de asustados y aunque no recuerdo bien detalles de ese primer día, de seguro un poco sudados por el camello. Sobre este último artefacto y su incidencia en nuestro desempeño como estudiantes se escribirá luego.
Una de las primeras personas que nos recibió cuando llegamos al aula fue Grisel Terrón, excelente profesora de Historia y nuestra profesora guía. Recuerdo que después de presentarse comenzó a hacer una lista de las cosas que no le gustaban que se hicieran en el aula, como marcando el territorio. Al principio no me agradó mucho, porque la noté un poco autoritaria, pero hasta los días es una gran amiga. De ella recuerdo que nos contaba de las figuras históricas como si los hubiera conocido, recuerdo una clase que fue para hablar de Lenin que a mí me gustó mucho, y de un día que vi que tenía en su casa un retrato de José Martí. Ese día yo puse a José Martí en otro sitio porque ver el retrato de él en casa de Grisel, me enseñaba que Martí no tenía nada que ver, por mucho que lo citaran y manipularan sus textos, con la verborrea imparable con la que hemos estado lidiando tanto tiempo.
El aula del Cepero, por su aspecto físico dejaba mucho que desear: las sillas y las mesas en muy mal estado, la pizarra, todo; pero eso se olvidaba, porque sin duda llegar al pre y entontrarte con tus amigos era una maravilla. Siempre había algo que contar. El pre Raúl Cepero Bonilla en aquél enconces era un "pre en la calle", es decir, que regresabas todos los días a tu casa, casi muerto pero llegabas, después de clases. A este preuniversitario no podías inscribirte si no demostrabas alguna enfermedad que te impidiera estar en el "pre en el campo". Era una tragedia entrar. Y aunque muchos estaban realmente enfermos, otros se las inventaban. Por ejemplo en mi caso, yo entré por asma bronquial pero en Cuba por muchos factores es asmático hasta el gato, y lo que me dió el "pasaporte" para entrar fue mi larga lista de medicamentos a los que soy alérgico. A pesar de todo esto, les soy muy sincero, si no hubiera tenido ese detallito "a mi favor", los habría inventado para entrar al Cepero.
Continuará...

2 comentarios:

gretel dijo...

omi tu memoria me asombra, Grisel en spech de bienvenida de advertencia??? ni por asomo me acuerdo de eso . Lo que si recuerdo es que la que sentaba frente a nosotros y te regalo un habano se llamaba erneibel y era aquella criatura rara de vida loca y cara de pececito.Yo estuve sentada en tu puesto durante dos años no ???
un detalle que se te saltó mencionar

Omar Alvarez dijo...

Muchísimas gracias Gretel, ahora lo arreglé, tienes toda la razón.